El objetivo de este octavo taller, dedicado a equipos directivos, es analizar el impacto que genera una cultura de evaluación y monitoreo para la mejora continua de los aprendizajes de estudiantes. Hasta la fecha, este taller se ha desarrollado de manera virtual en 169 escuelas.

El contexto de la crisis sanitaria ha traído consigo una serie de desafíos para abordar el aprendizaje de cientos de estudiantes a nivel nacional. Bajo este panorama, el Programa Sumo Primero en el Aula ha velado por la continuidad de su implementación, precisamente, “porque creemos que tales contenidos son herramientas para fortalecer las acciones que realizan tanto a directivos como docentes al momento de abordar este complejo escenario educativo”, declara María Verónica Leiva, coordinadora nacional de Liderazgo Escolar.

Es el caso del octavo taller de la línea de Liderazgo Escolar, titulado “Evaluando para el monitoreo de los aprendizajes”, con el fin de profundizar diferentes elementos de la Gestión Curricular. Hasta la fecha, este taller se ha desarrollado de manera virtual en 169 establecimientos escolares a lo largo del país, capacitando a cientos de directores y jefes técnicos.

Uno de los aspectos centrales de este taller hace hincapié en la importancia del monitoreo, ya que constituye evaluar la planificación del currículum y su implementación respecto a cuánto y cómo aprenden estudiantes efectivamente. Es decir, un énfasis no sólo en las unidades planificadas, sino que, además, se centra en los desempeños y competencias aprendidas por estudiantes. Ahora bien, ¿cómo se aborda esto en contexto de pandemia?

En estos tiempos de pandemia, en los que el alumnado está aprendiendo de forma diferente en contextos no habituales, resulta más complejo pesquisar sus aprendizajes, pues implica un compromiso de los equipos directivos y profesores por comprender qué y cómo están aprendiendo, cómo están estructurando sus estrategias y trayectorias de aprendizaje en una modalidad de enseñanza virtual o a distancia. “Por tanto, la evaluación en donde el proceso de enseñanza y aprendizaje es diverso, debe ser comprendida con un propósito formativo, y desde esta perspectiva se deben propiciar y fortalecer las instancias de autoevaluación por parte del estudiante, es decir, una evaluación como autorregulación que promueve la autonomía en el aprendizaje. Esto implica enseñar a los alumnos a mirar desde la autoevaluación para la autorregulación de los aprendizajes”, recalca María Verónica Leiva, coordinadora nacional de Liderazgo Escolar.

En otras palabras, la evaluación del aprendizaje pretende poner en el centro de la triada (planificación, implementación y evaluación) al aprendizaje, lo que en la práctica significa, comprometer a docentes y estudiantes en procesos evaluativos que permitan tomar decisiones en favor de la promoción de mejores aprendizajes, conforme se visualicen trayectorias de aprendizaje: avances o necesidades, identificando estudiantes, cursos o niveles con el fin de ajustar planificaciones, promover diversas estrategias de enseñanza y aprendizaje, al tiempo que definir apoyos y acompañamientos para estudiantes que lo requieran.

“Para mí los talleres han sido maravillosos, me han servido muchísimo. De hecho, intentamos constantemente aplicar lo que aprendemos. En este caso, cómo la construcción de los indicadores es parte de la planificación. Y con eso es lo que me quedo, estos talleres los puedo aplicar, no son teóricos solamente, sino que tienen una dimensión práctica, que es lo que yo necesito ahora como directivo”, dice Jocelyn Covarrubias, directora Escuela Juan Pablo II, región de Antofagasta.

“Creo que el mayor aporte de este taller es cómo uso los datos para la toma racional de decisiones de gestión. Nuestro facilitador, en este sentido, siempre ha encontrado la forma de seguir contextualizando estos contenidos a la realidad de nuestra escuela”, declara María Elena Domínguez, Escuela Colonias de Paine, región Metropolitana.

Hemos podido respaldar con nuestra facilitadora que lo que estamos haciendo está en la dirección correcta. Si bien hay algunos elementos en los talleres que se plantean desde la presencialidad, hemos hecho el esfuerzo de contextualizar estos contenidos a la realidad que vivimos como establecimiento”, cuenta Lorena Villegas, jefa UTP, Escuela Básica Chile Chico, región de Aysén.

“El taller tuvo mucho sentido para los equipos directivos, sobre todo por el contexto de pandemia en el cual estamos y la consideración de la priorización curricular, ya que evaluar los logros de aprendizaje, implica evidenciar las brechas entre el currículum planificado, enseñado y aprendido, lo que conlleva procesos de reflexión constante de parte de los equipos directivos y profesores, para ajustar los procesos de planificación, prácticas de enseñanza y de reforzamiento, y de esta forma los estudiantes puedan superar las brechas entre el currículum prescrito y el aprendido”, recalca María Verónica Leiva, coordinadora nacional de Liderazgo Escolar.

Por último, durante el mes de julio finaliza la implementación de este taller con 29 talleres agendados, mientras que el próximo, correspondiente al mes de agosto, se centra en reflexionar sobre un modelo de acompañamiento co-constructivo, para aplicar prácticas de observación y retroalimentación desde el marco de los aprendizajes de los estudiantes.